La ignifugación es el proceso por el que la madera se trata con sustancias que ralentizan la propagación del fuego (el término utilizado para este tipo de productos es más preciso en inglés - fire retardants). En los últimos tiempos, estos materiales y métodos de tratamiento de la madera se han desarrollado continuamente y han alcanzado un rendimiento notable. Así, por impregnación a presión en autoclaves se puede obtener madera con una resistencia muy alta a la combustión. Esta madera se destina principalmente a la construcción.
Cuando los requisitos no son tan elevados, la madera puede impregnarse antes o después de la instalación con soluciones especiales. Se trata de soluciones acuosas que penetran lo más profundamente posible en la madera, aumentando así su resistencia al fuego. Pueden aplicarse mediante cepillado o pulverización en la cantidad recomendada según las instrucciones de aplicación. Estos productos también se fabrican en Rumanía y están acreditados oficialmente por el Cuerpo de Bomberos rumano.
A veces, los requisitos de protección contra incendios se limitan únicamente al sistema de acabado aplicado a la madera.En el caso de los tintes para madera, el problema no es muy complicado porque, aunque se utilicen tintes a base de disolvente, el diluyente se evapora por completo y, tras secarse, desaparece el peligro. No ocurre lo mismo con las imprimaciones y los barnices. Arden e incluso pueden intensificar la quemadura. Por eso hay que utilizar retardantes del fuego en el acabado de la madera o el mobiliario de los edificios públicos.
Estos productos pueden ser tanto al agua como al disolvente. Para ser eficaces, no tienen que aplicarse solos. El sistema ignífugo debe ir siempre acompañado de una tecnología que indique las cantidades que deben aplicarse, el número de capas, los tiempos de secado, etc., que deben respetarse estrictamente. La acreditación de los productos ignífugos se realiza como sistema y no como productos individuales. En otras palabras, para conseguir un retraso de la propagación del fuego, los productos deben aplicarse estrictamente en la cantidad y con las indicaciones de aplicación descritas en el sistema homologado.
El consumo de material para un acabado ignífugo debe ser de 450-500 g/m². Una cantidad menor no producirá el efecto ignífugo y una cantidad mayor aumentará el riesgo de que la película se agriete debido al grosor y haga innecesario el tratamiento.
Los fabricantes de estos materiales están acreditados para ello por los organismos competentes de sus países. Además, la empresa que aplica los materiales (es decir, la fábrica de muebles) debe especializar a una persona en la aplicación de productos ignífugos. Esa persona tiene que seguir un curso de especialización, en el que sólo se le acepta si ha terminado la enseñanza secundaria y tiene el bachillerato. Sólo en estas condiciones el edificio que tenga madera acabada con productos ignífugos recibe la homologación ISU.
Más allá de todas estas cuestiones burocráticas, es bueno darse cuenta de que, en algún momento, la vida de las personas podría estar en peligro y la protección contra incendios, hecha correctamente, puede significar la diferencia entre la vida y la muerte.
[...] madera son más sensibles al fuego que otras construcciones. Por este motivo, la madera debe ser ignífuga de antemano y la instalación eléctrica debe realizarse de forma responsable y bien [...]