Conocí a la arquitecta Irina Crudu a través de un amigo común. Sabía que tenía una impresionante colección de piezas de madera de diversas formas y tamaños, recogidas de la naturaleza. Su pasión me pareció interesante y quise saber cómo había empezado todo. Cuando nos conocimos, me enamoré de ella de inmediato. Me habló con tanta pasión de su colección que le pedí que me escribiera la historia de estas esculturas de la naturaleza, con la idea de escribir un artículo algún día. Cuando leí lo que me envió, me di cuenta de que la historia de estas esculturas de la naturaleza ya estaba escrita. Así pues, les invito a conocer a Irina y su galería de arte de la naturaleza.
Por senderos de montaña con mamá
La historia comienza con mi madre. Ella es quien, a través de su profesión de ingeniera geóloga, me llevó por las sinuosas carreteras de la pintoresca Rumanía. Desde muy pequeña viajé con ella por valles y montañas, en campañas de tiempo nunca mensurables. Ella me enseñó a descubrir, a buscar la línea en los círculos, a ver el amanecer en el ocaso......ea, la que tallaba la piedra buscando tesoros en los montones de piedras.
Tengo muchos recuerdos de las peregrinaciones por las montañas Făgărași, Călimani, Apuseni, Bucegi, tan bellas y ricas. Así acabé caminando por los bosques, junto a arroyos caudalosos, descubriendo todo tipo de formas en las raíces y ramas que aparecían por el camino. Sorprende ver el tumulto del agua al lavar, moler, rodar y recoger las orillas, las piedras y la madera.
Ver cómo los restos de raíces, ramitas retorcidas, se posan entre las rocas, se abrazan a las piedras del camino o intentan superar los obstáculos y detenerse en las orillas.



La batalla de la madera y el agua
La madera, retorcida por el largo camino que tienen que recorrer, sólo parece encontrar la paz cuando se funde con el limo de las orillas del agua. Sólo entonces, si se mira con atención, parecen salvarse. Es divino descubrir lo que surge de esta lucha que se retuerce con fuerza y que acaba convirtiéndose en una lenta danza de abrazos. La lucha ya está olvidada.
¡Momentos maravillosos! Pasear por los valles fluviales, ver las aguas tan limpias, oír la caída del agua, el agua picando, en un tumulto de años y años, y así, sin quererlo, piensas en el tumulto diario de nuestra vida cotidiana.......¿Todavía tiene sentido?
A menudo pienso en ser un trozo de madera y acabar, como raíces que flotan en el agua, en los brazos de un escultor que me moldeará con una forma única en otra existencia, probablemente igual de efímera.




Cuerpos esculpidos por la naturaleza, lejos de los tópicos académicos
Y así era como mi madre tallaba muestras de las rocas en las que imaginaba descubrir yacimientos, y yo ejercitaba mi imaginación cogiendo ramas, raíces, descubriendo en ellas formas diversas, buscando la eternidad, incluso entonces, sin saberlo.
Había tanta madera, en tantas poses y de tantos colores. Me las habría llevado todas. Algunas se abrazaban a las rocas, otras simplemente se secaban al borde del agua, como si me llamaran, gritando "tómame, tómame, tómame, tómame".
Tenían la forma de cuerpos de hombres musculosos, mujeres en diversas posturas, animales de todo tipo, todos tratando de atraer mi atención, de ofrecerse. Por desgracia, no pude llevarme todo lo que vi, pero se quedaron en mi memoria y morirán conmigo.
¡Cuerpos hábilmente esculpidos por las gotas de agua, capaces de expresar la verdad humana más allá de los clichés académicos en los que tanto anhelamos encajar!


La naturaleza confirma por enésima vez su genio creador.
Seamos.......
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