Historias, leyendas, mitos - La quema del tronco de Navidad

Aunque todos parecemos celebrar la Navidad de la misma manera, con árboles de Navidad, luces, chucherías y pan de jengibre, cada país tiene sus propias tradiciones y costumbres. Algunas se remontan muy atrás en el tiempo, a los inicios del cristianismo y a veces incluso a épocas precristianas. Una de estas costumbres es la quema de troncos en Navidad o durante las vacaciones de invierno. La costumbre procede de los países nórdicos, básicamente de la península escandinava, y el tronco se llama Yule, antiguo nombre de las fiestas durante el solsticio de invierno. Encontramos esta costumbre en muchos países europeos, incluso en nuestra parte de Banat, pero en cada país hay elementos específicos.

Al principio, el tronco era en realidad un árbol entero que se introducía en la casa con gran pompa y se ponía con el extremo más grueso en el fuego. Había que quemarlo todos los días, poco a poco, durante 12 días, desde Nochebuena hasta la Epifanía. El fuego debía encenderse con restos del tronco del año anterior, y la persona que lo encendía debía tener las manos limpias. Hoy en día, como es difícil llevar y quemar un árbol dentro de casa, la costumbre ha cambiado.

En Francia, es costumbre que toda la familia ayude a cortar un tronco de cerezo en trozos pequeños que se ponen al fuego cada noche durante 12 días. Lo que queda se guarda en la casa hasta el año siguiente para protegerla de los rayos y los truenos. A veces se rocía la leña del fuego con vino para difundir un agradable sabor.

En algunas partes de los Países Bajos es la misma costumbre, pero las sobras se esconden bajo una cama hasta el año siguiente para proteger la casa y a sus habitantes durante todo el año.

En Gran Bretaña (Cornualles) el tronco se llama "The Mock". Primero se seca y se le quita la corteza antes de ponerlo al fuego. Es costumbre que los toneleros regalen a sus clientes un trozo de madera para quemar en Nochebuena. En Inglaterra, el roble es la madera que se quema la noche de Navidad, y en Escocia se utiliza el abedul.

En Devon y Somerset, en lugar de quemar un tronco, se quema un gran montón de ramitas de fresno. Esta costumbre procede de una leyenda local según la cual, la noche de Navidad, unos pastores descubrieron a José y María muertos de frío y encendieron rápidamente haces de ramitas para calentarlos.

También en nuestro país, antes de que se adoptara la costumbre de decorar el árbol de Navidad, existía el ritual de quemar un tronco de roble, símbolo de la quema del pasado. En el fuego y las chispas que salían se leían los signos del nuevo año. Las cenizas restantes se esparcían por los campos para obtener ricas cosechas. Esta costumbre se extinguió y fue sustituida por la de decorar el árbol de Navidad, y las chispas del tronco del árbol fueron sustituidas por velas y, más tarde, por luces de velas. Pero los serbios de Banat aún la conservan. Celebran la Navidad a la antigua usanza, y la víspera de la fiesta, el 6 de enero, queman un roble joven llamado Badnjak en el horno de la casa o en el cementerio de la iglesia. Dicen que cuantas más chispas, más rico será el año.

Las cenizas sobrantes de la quema del tronco de Navidad se echan en las plantas o se esparcen por los campos. Pero es señal de gran desgracia si esta ceniza se tira el día de Navidad.

La costumbre de quemar troncos también ha dado lugar a una costumbre culinaria. Uno de los pasteles que se sirven en la mesa navideña es el tronco de Yule, un bollo hecho con un fino bizcocho con cacao y nata montada. Se cubre con chocolate o helado de chocolate y se decora para que parezca la corteza de un árbol.

Ahora, en muchas familias, la costumbre se reduce a un símbolo. La mesa de Navidad tiene en el centro un trozo de madera con velas,

o la leña decorada se coloca delante de la chimenea y se mantiene allí durante los 12 días de la fiesta.