Estas casas de cuento, como sacadas directamente de un libro de cuentos, existen gracias a Dan Pauly, un apasionado constructor de madera de Minnesota (EE UU). Dan es una persona con un gran respeto por sus antepasados carpinteros, pero también por la madera antigua. Siendo él mismo un buen artesano, ha combinado su amor por la madera con su afición por las antigüedades para desarrollar un negocio que ha demostrado ser un éxito.
Dan Pauly es artesano de la madera de cuarta generación. Su bisabuelo llegó a América a finales del siglo XIX procedente de Suiza. Como era hábil en el trabajo de la madera, enseguida encontró trabajo, construyendo muchos graneros en Minnesota, algunos de los cuales siguen en pie hoy en día. Su hijo y luego nieto, el padre de Dan, se hizo cargo del negocio, trabajando la madera y levantando todo tipo de edificios de madera en la zona.
Dan heredó esta habilidad para la carpintería, pero también una pasión por la madera vieja, llena de recuerdos. Cada vez que pasaba por delante de un viejo granero y veía un trozo de madera caído, pensaba que tal vez su bisabuelo trabajaba con esa madera. La belleza especial de esa madera vieja, su color y textura especiales le llevaron poco a poco a su negocio actual... El camino rústico.
Pauly recupera la madera de edificios de más de 100 años de antigüedad, lo procesa con métodos tradicionales y construye cobertizos de jardín o casas de vacaciones, saunas, casitas de juegos, todo con esta forma de casita de cuento de hadas.
Todo comienza con la prospección de la zona para encontrar esos edificios antiguos. Una vez identificados, comienza el desmantelamiento, con sumo cuidado, para recuperar la mayor cantidad de madera posible y en las mejores condiciones. Pauly dice que incluso antes de dedicarse a esto sentía un gran respeto por el trabajo de los carpinteros del pasado. Pero ahora, al ver cómo se han hecho, con tanto trabajo y atención al detalle, ese respeto es aún mayor.
Una vez desembalado todo, la madera se lleva al taller y se procesa a mano. A veces se lija, pero rara vez se tiñe, tratando de preservar al máximo su aspecto natural. Aceite o sólo sirve para realzar esa belleza centenaria y lucirla. Dan dice que el momento en que la madera brilla tras aplicar la capa de aceite es precioso. Ese momento le recuerda que esa madera vivió en el siglo XIX y le muestra la belleza que se ha acumulado a lo largo de esos 100 años.
La primera casita que construyó fue una sauna para su mujer. Era su forma favorita de relajarse y pensó en darle un capricho.
Nunca se le ocurrió que aquello sería el nacimiento de un próspero negocio. Ahora Pauly recibe muchos pedidos de todo el país e incluso de otros países.
Una vez terminado el casco, también se encarga de transportarlo y colocarlo en su sitio.
Le encanta la madera recuperada y hace otras cosas bonitas con ella -revestimientos de casas, vigas, muebles de baño y cocina e incluso pequeños enseres-, pero las preciosas casitas siguen siendo el centro de atención. Para Pauly, esta madera es nuestro patrimonio natural y tiene una pátina, una textura y unas vetas mucho más bellas y ricas que la madera nueva.
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